06 Feb La industria farmacéutica ante su eterno desafío
“Los buenos resultados de la industria farmacéutica demuestran que la gestión es buena y que la innovación sigue siendo rentable… esto también demuestra que la administración pública puede pedir del sector un pequeño sacrificio, aunque tampoco estoy de acuerdo con que, en los últimos años, sólo este sector esté recibiendo sistemáticamente todas las decisiones del gobierno porque es lo más cómodo”. Esta intervención se produjo a finales de 2011, durante el Ciclo de Gestión Hospitalaria organizado por Psicosoft y Diario Medico, y pertenece a Eloy Jiménez, por aquel entonces Director General de Recursos Económicos de la Consejería de Sanidad de la Comunitat Valenciana y hoy Director Gerente de la Fundación Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomedica.
Rescato ahora esta intervención por una razón: se refería entonces Jiménez a la imagen negativa de la industria farmacéutica en el entorno sanitario e incluso la denominaba “víctima propiciatoria”. Tres años después, poco o nada ha cambiado. La sociedad civil y el propio entorno siguen considerando a la industria como un actor hostil. El Estado limita la oferta y regula el precio, las Comunidades Autónomas gestionan la demanda con una alta sensibilización con el coste, los hospitales restringen las indicaciones y los médicos trabajan presionados para la reducción de costes y condicionan la prescripción… todos son condicionantes para la actividad de los laboratorios.
Y es que hacer negocio con la salud sigue sin estar bien visto. Pero lo curioso es que otros actores dentro del mismo sector hacen negocio sin que nadie lo cuestione. El propio Eloy Jiménez lo ejemplificaba magníficamente en aquella mesa redonda: “Hay fabricantes de alta tecnología con un mercado cautivo, con unos precios de equipos que triplican y cuadriplican los costes de fabricación, y ahí no se está entrando”. Es sólo un ejemplo, pero nos conduce a pensar en que mejorar la propia imagen pública sigue siendo el gran desafío de la industria.
La calidad de vida del paciente aumenta cada día, igual que aumenta la esperanza de vida, debido a la calidad del sistema sanitario y, sin ninguna duda, a los avances de la farmacología. Nadie habla de las investigaciones de la industria, de las inversiones millonarias en I+D, muchas veces infructuosas (el 99% de las moléculas no llegan al mercado). Además, el farmacéutico es el sector que más se auto regula (el código deontológico es una indudable muestra) y los laboratorios se implican cada vez más en el apoyo a la gestión hospitalaria y en el desarrollo de los profesionales médico-sanitarios. La industria ha realizado esfuerzos en los últimos años que no han sido reconocidos por el entorno sanitario, ni por la sociedad civil en general.
Las tecnológicas Apple y Google, por ejemplo, tienen mucho más beneficio que la industria farmacéutica y sin embargo su imagen de marca es fabulosa y cuentan con una aceptación tremenda entre el gran público. En la industria farmacéutica, por el contrario, siguen pesando mucho más los errores del pasado que los esfuerzos realizados. El desafío continúa.