13 Mar Como hacer más flexible el pensamiento directivo
¿Cuál es el peor error que puede cometer un directivo? Hay varios pecados capitales directivos sobre los que existe bastante consenso. A saber: Falta de visión estratégica, indecisión, excesiva agresividad, distanciamiento con las personas, ser mal comunicador, mala planificación/priorización, etc.
Para mí, el peor error consiste en desconectarte de lo que te rodea. ¿Cuántas veces vemos a supervisores, jefes y directivos con una conducta impermeable? Nada de lo que les rodea les llega, no prestan atención a los detalles, o pierden la visión de conjunto. ¡No sabría señalar qué es peor!
Pero mucho ojo con un comportamiento opuesto. Tampoco es la solución ser una veleta, carecer de criterios u opinión propia e ir permanentemente a merced de los acontecimientos y observaciones ajenas.
Quiero compartir con vosotros una conclusión: Nos resulta muy difícil comprender una opinión sin posicionarnos al respecto. Cuando abrimos la escucha, nos sentimos vulnerables a cambiar de opinión. Preferimos no ver ni oír, ante el riesgo de perder independencia. Nos gustan más las respuestas que las preguntas y preferimos la certeza a la incertidumbre.
Terminaré proponiendo dos recomendaciones que me han dado buen resultado y que me parecen buenos hábitos mentales:
- Aprende a detener tus juicios: Si escuchas tus propios pensamientos, verás que continuamente una vocecita interior te dice: «Me gusta/No me gusta», «Correcto/Incorrecto», «Bueno/Malo»… No digo que no haya que opinar, digo que hay que observar y escuchar antes de hacerlo.
- Cuestiona tus propios pensamientos: Busca lagunas y contradicciones en tus razonamientos. También es frecuente que tengamos una batería de «verdades absolutas» construidas por nosotros mismos y que nos llevan a un espejismo de certidumbre que nos ciega ante la realidad.
El cerebro humano es un dispositivo de capacidad impresionante, pero tiene un punto débil: Está obsesionado por la seguridad y la certeza; prefiere lo conocido a lo que está por conocer. El ‘homo habilis’, hace unos tres millones de años, tenía una estructura cerebral similar a la nuestra, fabricaba y utilizaba instrumentos, disponía de organización social y se comunicaba. Como dice Eduardo Punset, nuestro cerebro no busca la verdad, está diseñado para sobrevivir. Por eso nuestro cerebro es tan sensible a percibir amenazas. Miedo, inseguridad y cualquiera de sus variantes no ayudan a observar ni escuchar con profundidad.